Evangelio según san Juan 2, 1-11

miércoles, 2 de noviembre de
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Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía.» Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga.»

Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una. Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas.» Y las llenaron hasta el borde. «Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete.» Así lo hicieron.

El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: «Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento.»

Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 


 

P. Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 

Como lo dice el mismo evangelista, este texto nos invita a descubrir los signos de Jesús en este milagro del agua cambiada en vino en estas bodas en Caná. Y sabemos también que este texto anticipa la gloria de Jesús que finalmente será en la resurrección y así también entonces evoca en los discípulos su fe en Él.


Pero hoy celebramos particularmente a María en esta advocación tan linda como Madre y Medianera, aquella que intercede por nosotros ante Dios para que descienda entonces su Gracia. Y el regalo y la invitación propia del evangelio se nos hace esta decisión de la madre al decir “hagan todo lo que él les diga”, no sólo como una orden dada a los sirvientes o una orden que recibimos para mirar a Jesús, sino también porque manifiesta la confianza de aquella que sabe lo que puede hacer el Hijo por nosotros, o como los que están disfrutando de esta boda y padecen esta necesidad.


Reconocer su fe en Jesús nos hace creer más, confiar más en lo que Él puede obrar en y por nosotros aunque no lo sepamos. Y descubrimos así que en el agua de nuestras vidas donde se acaba el sabor… donde falta la alegría del buen vino es su Gracia la que se desborda y nos plenifica.


Le pedimos a María que interceda por nosotros para que le acerque a Dios nuestra necesidad y recibamos la abundancia de su Misericordia.

 

Radio Maria Argentina