San Carlos Borromeo

viernes, 4 de noviembre de

San Carlos cuyo nombre significa “hombre prudente” ha sido uno de los santos extraordinariamente activos a favor de la Iglesia y del pueblo que sobresale admirablemente. San Carlos Borromeo, un santo que tomó muy en serio aquella frase de Jesús: “Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará”, murió relativamente joven porque desgastó totalmente su vida y sus energías por hacer progresar la religión y por ayudar a los más necesitados. Decía que un obispo demasiado cuidadoso de su salud no consigue llegar a ser santo y que a todo sacerdote y a todo apóstol deben sobrarle trabajos para hacer, en vez de tener tiempo de sobra para perder. Patrono de los catequistas y seminaristas.

 

Nació en Arjona (Italia) en 1538. Desde joven dio señales de ser muy consagrado a los estudios y exacto cumplidor de sus deberes de cada día. A los 21 años obtuvo el doctorado en derecho en la Universidad de Milán. Un hermano de su madre, el Cardenal Médicis, fue nombrado Papa con el nombre de Pío IV, y éste admirado de sus cualidades nombró a Carlos como secretario de Estado. Más tarde, renunció a sus riquezas, se ordenó de sacerdote, y luego de obispo y se dedicó por completo a la labor de salvar almas.

 

San Carlos fundó 740 escuelas de catecismo con 3,000 catequistas y 40,000 alumnos. Fundó además 6 seminarios para formar sacerdotes bien preparados, y redactó para esos institutos unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos los copiaron para organizar según ellos sus propios seminarios. Fue amigo de San Pío V, San Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Félix de Cantalicio y San Andrés Avelino y de varios santos más.

 

Murió cuando tenía apenas 46 años, el 4 de noviembre de 1584. En Arona, su pueblo natal, le fue levantada una inmensa estatua que todavía existe.

 

San Carlos fue oficialmente canonizado por Paulo V el 1ro de noviembre de 1610.

 

 

Oración a San Carlos Borromeo

 

Glorioso San Carlos, para todos modelo de fe,

de humildad, de pureza, de constancia en el sufrimiento.

Empleaste todos tus dones para la mayor gloria de Dios,

para la salvación de los hombres, con una donación total,

hasta el punto de ser víctima de tu entrega.

Concede a nosotros, tus devotos, firmeza

en nuestros propósitos, espíritu de sacrificio,

trabajo constante para el bien de los hermanos.

Danos fidelidad hacia el Señor, amor hacia la Iglesia,

constancia en las adversidades y perseverancia en el bien.

Dios Padre, no mires nuestros méritos,

sino los de tu siervo y nuestro protector, San Carlos.

Ayúdanos a ser fieles testigos de la fe, para que lleguemos

un día a disfrutar contigo del cielo.

Amén.

 

 

Fuente: Aciprensa

 

Oleada Joven