Extracto de la Carta de Daiana, misionera Argentina que termina su misión en el Punto Corazón de Chile.
No sé bien como empezar esta última carta, mi corazón está lleno de sentimientos. Lleno de alegría, amor, gratitud, también un poco de nostalgia por dejar a quienes en este año me han entregado tanto. Pero sobre todo estoy llena de Paz, de la paz más grande, la del corazón que es única y es para siempre.
En este año he intentado que Chile fuera mi nuevo cielo, intenté amar más que ser amada, intenté estar presente en la soledad de Getsemaní, en el dolor y la angustia del Gólgota, pero también estar presente en la gloriosa Resurrección.
Un año de la vida de mis amigos. Un año para verlos crecer, reír y llorar con las despedidas. Contemplar el gozo de la llegada de un nuevo niño o el dolor de la pérdida de un ser amado. Estas personas, mis amigos, me regalaron un año de sus vidas.
Soy parte de algo mayor, de algo que me sobrepasa. Soy parte de la misión de alguien más. Soy un simple instrumento en sus manos y estos amigos han sido simples instrumentos en sus manos para la misión que Él tenía pensada para mí, y ojalá con la gracia de Dios para vida de ustedes también.
Daiana.