07/11/2014 – La iglesia nos invita a celebrar hoy la fiesta de María, medianera de toda gracia. En la preparación para la celebración del gran Jubileo, Juan Pablo II decía: María es la mujer del Adviento de estos tiempos nuevos, es la que prepara la llegada del Hijo, es el lugar donde el Hijo va a llegar. Todo lo nuevo en nosotros la tiene a Ella como protagonista principal. Por eso queremos consagrar nuestro tiempo nuevo de conversión y cambio, de transformación de vida a su figura, a su persona, en misterio de alianza de amor con Ella.
Al igual que la estrella de la mañana, junto con la aurora que precede la salida del sol, así María, desde su concepción inmaculada, ha precedido, por gracia anticipada del Padre, la venida del Salvador, la salida del sol de justicia en la historia del género humano para prepararnos a las gracias que nosotros esperamos recibir en Cristo.
Es bueno saber que en este sentido de precedencia nos abrimos al encuentro en la fe con María, que es la Medianera de todas las gracias. Es el lugar que Dios eligió para que el acontecimiento de gracia, Jesús, llegara a nosotros; y toda gracia que nosotros recibimos, la tiene a Ella como protagonista y Medianera. Así Dios, el Padre, lo ha querido, la ha elegido y la ha preparado, para que todo don de gracia encontrara un canal a través del cual llegar a nosotros.
María es el canal de gracia por donde el Padre decidió llegar a nosotros con bendiciones de nacimiento nuevo, de vida nueva. Allí donde estamos necesitando renacer, queremos decirle a María que asuma el protagonismo, que necesitamos que Ella tenga a la hora del nuevo alumbramiento, el nuevo parto interior y exterior del proceso de transformación de nuestra vida, en lo personal y en lo social. María en este sentido es mujer de la nueva humanidad. No pensamos solamente en clave del proceso personal, sino también en un proceso de transformación global, comunitario y social. María como protagonista al pie de la cruz de un parto múltiple, al recibir a Juan, el discípulo amado y también a toda la humanidad, lleva a término aquello que Simeón había profetizado cuando el Niño era presentado en el Templo: A ti, mujer, una espada te atravesará el corazón.
Es un parto y un martirio interior, que la pone a Ella dando a luz a todos y a cada uno de los que renacemos en Ella a la vida de Dios.
Todo don, bendición, comunicación de gracia que Dios nos quiere hacer en la persona de Cristo, la tiene a Ella como la puerta a través de la cual nos llega. Es el camino que Dios eligió, en Jesús y desde Jesús. De allí que, al final de su vida, cuando Jesús nos quiere dejar la puerta abierta para el don de la redención que se ofrece plenamente en el misterio Pascual, nos entrega al pie de la cruz a su Madre: Ahí tienes a tu Madre. Que es como decir: Aquí está la puerta.
Mujer, éstos son tus hijos, te los confío; dales la bienvenida, Vos que estás en la puerta que pone en contacto a la humanidad con la gracia nueva de vida que yo te regalo en Alianza de Amor con Vos.
Padre Javier Soteras