La revolución del amor

martes, 8 de noviembre de
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Queridísimos jóvenes:

 

Ustedes aspiran, ustedes trabajan por un mundo unido.

 

¿Y qué hacen? Actividades, que pueden parecer incluso pequeñas y desproporcionadas, aunque significativas, frente al objetivo que se han propuesto. Tal vez, cuando tengan unos años más, alguno de ustedes  podrá trabajar directamente en los distintos organismos orientados al mundo unido.

 

Pero pienso que, aunque todo eso será muy útil, no será ni eso ni aquello lo que contribuirá a realizarlo de manera decisiva.

 

Lo principal será ofrecer al mundo, en este proceso hacia la unidad que lo domina, un alma. Y esa alma es el amor. Deben desencadenar a su alrededor, en todos los Países donde viven, la revolución del amor.

 

Hoy no basta hacer beneficencia o prestar asistencia, aunque con ello damos por amor. Hoy es necesario “ser el amor”, o sea, sentir lo que el otro siente, ‘vivir el otro’ , ‘los otros’, y tender a la unidad según nuestra espiritualidad de fuego, ya encendida por acá y por allá, también gracias a ustedes, por todo el planeta.

 

Lo afirmaba también Juan Pablo II, aún en el Genfest 1990: “Sean conscientes – lo repito – que el camino hacia el mundo unido… se basa en la construcción de relaciones solidarias y la solidaridad tiene sus raíces en la caridad” (en el amor).

 

Por tanto, construir relaciones de unidad enraizadas en el amor. Y deben vivir este amor antes que nada entre ustedes.

 

Y así, llegar a realizarlo con muchos, muchos, en todos los ambientes que frecuentan: entre la gente, por ejemplo, entre los que deciden el destino de los pueblos, en las instituciones, en las organizaciones pequeñas y grandes del mundo… en todas partes. Entonces sí que las intenciones de quienes las instituyeron alcanzarán el objetivo. Y se trabajará realmente por un mundo unido.

 

Coraje, entonces, Jóvenes por un Mundo Unido. Sigan el más fascinante y espléndido Ideal que pueda existir en la Tierra.

 

Y ¡no están solos!

 

Lo saben ustedes, que están orgullosos del nombre de cristianos, pues si viven así, Cristo está entre ustedes.

 

Lo saben ustedes, que tienen otra convicción o creencia religiosa, que la unión hace la fuerza.

 

Entonces, adelante: empiecen o sigan, con el entusiasmo que les caracteriza y con la determinación que no les falta.

 

Yo, todos nosotros, estamos con ustedes… hasta alcanzar la victoria final, cuando Dios quiera.

 

Pero ¿quién cosechará, si no hay quien siembra? Ésta es la tarea de ustedes, en este momento de la historia que, en el fondo, ya hace vislumbrar que no está lejos el objetivo por el cual viven.

 

 

Chiara Lubich 

 

Oleada Joven