“¿No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes?” 1 Cor, 6- 19
Somos el templo de Dios, que bueno es hacer conciente ésta verdad porque el Dios que habita en mi corazón también lo hace en el corazón del hermano. Es necesario que cada vez que me aceerco a recibir su corazón, su compartir lo haga con todo el respeto y el amor que se merece, aun cuando ese hermano sea el que más me cueste recibir, acompañar.
El otro es tierra sagrada, descalzate antes de entrar, pedile a Dios la gracia de que limpie tu mirada y tu corazón de prejuicios y te libere de palabras hirientes.
“Yavé vio que Moisés se acercaba para mirar; Dios lo llamó de en medio de la zarza: «¡Moisés, Moisés!», y él respondió: «Aquí estoy.» Yavé le dijo: «No te acerques más. Sácate tus sandalias porque el lugar que pisas es tierra sagrada»” Exodo 3, 4-5