Evangelio segun San JUan 1-9

sábado, 23 de abril de
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El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando estaba todavía oscuro, y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario que había estado sobre la cabeza de Jesús, no con las vendas por el suelo, sino doblado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido las Escrituras: que Jesús había de resucitar de entre los muertos.


Monseñor Santiago Olivera  Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje

En este domingo que celebramos, podemos decir así, como El Domingo por excelencia, porque cada domingo actualizamos el misterio de la pascua; leemos en el evangelio a María Magdalena y la vemos en el evangelio, que muy temprano va al sepulcro, dice cuando todo estaba oscuro y vio que estaba la piedra sacada.  
 
Es lindo tener en cuenta que María Magdalena fue la mujer que estuvo al pie de la cruz, la mujer que vio cuando lo mataban a Jesús, cuando lo sepultaban y, ahora va prontamente, porque realmente lo amaba y descubre que lo habían sacado al Señor del sepulcro. No capta todavía, no entiende dónde lo pusieron, no capta la resurrección y va rápidamente a contarles a Pedro y al discípulo que Jesús amaba, dice el evangelio, que sabemos que es san Juan. Los dos van al sepulcro, Pedro  ve que están las vendas a un costado, que no está, no sabe tampoco dónde lo ponen pero dice que el discípulo que el Señor amaba, vio y creyó. El entró, vió y creyó.   
 
 
¡Qué maravilla!. Y esa sería nuestra vida, nosotros vemos desde la fe, nosotros sabemos que no necesitamos otro signo, como le paso a Tomás, que tenemos el don, la gracia, de saber, que el signo, quizás, es esa palabra que nos dice la escritura, y esa confianza que el Señor nos había anunciado que iba a resucitar. Esta debe ser la alegría más honda para un cristiano. Nosotros tenemos que renovar nuestra confianza. Porque Cristo lo ah dicho, porque la muerte ah sido vencida, porque nos ganó una vida nueva. Entonces, en este tiempo pascual, en la Misa vamos a decir siempre, en estos domingos, por eso con esa efusión del gozo pascual, el mundo entero está llamado a la alegría.   
 
 
El gozo pascual es muerte y resurrección, el gozo de que la muerte no fue la última palabra, por lo tanto el dolor, la enfermedad, aún la muerte no es la última palabra, sino es la vida para siempre. Por eso tenemos que tener la alegría, y un cristiano debe vivir con rostro alegre, que a veces a los de Emús se le criticó un semblante triste, nosotros tenemos que tener alegría, porque Jesús resucitó, porque somos en verdad hijos de Dios, porque celebramos en comunidad la fe, porque sabemos que María nos ama y como estuvo al pie de la cruz, también está a nuestro lado.
 
 
Vamos a pedirle al Señor que este tiempo que estamos celebrando de la pascua, con la alegría de ser esos discípulos que van corriendo, van al encuentro de Jesús y no lo encuentran, pero creen sin haber visto. Así nos dijo Jesús,” felices los que sin ver creen”. Que todo el Espíritu de la pascua sea los que nos motive a vivir cada año.
 
 
Que lo que recordábamos ayer, Sábado Santo, con la Luz, que sepamos que Cristo ilumina toda situación y todavía está iluminada por Jesús y no tenemos que caminar con temor y paso vacilante.
 
 
Feliz pascua para todos y que la alegría de este Domingo y de todos los domingos que celebramos la Pascua, nos acompañen durante todo el año.
 
 

 

Oleada Joven