Tómame Señor, no soy digno de que entres en mi casa. Háblame Señor, tu palabra bastará para sanarme.
Sáname Señor, Tú conoces cuántas luchas en mis límites. Quiero dar tu luz el misterio que descansa en mi interior.
De tu cuerpo brota sangre y agua viva van cayendo suavemente en mi interior, te recibo con asombro y me conmuevo, Cristo vivo. Dios está presente en mi pobre corazón.
Mírame Señor, yo no sé confiar en medio de las tormentas. Llámame Señor, nadie sostiene mi vida entregada.
Te suplico Dios, serte fiel hasta la cruz y cruz de amor.
Te amaré Señor, aunque tenga que olvidarme de mí mismo. Tomaré mi cruz, seguiré tus pasos sin mirar atrás. Sonreiré Señor, aunque todo fracasara y quede solo, y si estoy muy mal, tu palabra ardiente me liberará.
Lavaré Señor, mis vestidos en tu Sangre de Cordero. Cantaré Señor, y tu fuego abrazará mi corazón. Me aliviarás Señor, con el peso de tu Cuerpo en mis entrañas, y te bendeciré contemplando el crecimiento que anidé.