“¿Saber que me quieres tanto Dios mío y… no me he vuelto loco?” Camino 425

jueves, 17 de noviembre de
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¿Realmente creemos que Dios está con nosotros? ¿Realmente somos conscientes que Él camina a nuestro lado constantemente, sin descanso alguno?

Como humanos que somos, nos cuesta mucho comprender que Él no nos abandona bajo ninguna circunstancia, que está a nuestro lado en los buenos y malos momentos, incluido cuando estamos pecando, Él está ahí, en algún rincón.

Que loco ¿no?, o sea ahora digo… ¿puedo ir caminando e ir hablando con Él? -SI! POR SUPUESTO!- Si realmente nos hemos encontrado con Jesús cara a cara, nuestra vida va cambiando paso a paso: comenzamos a frecuentar los sacramentos, tanto el reconciliación como la Eucaristía, las cosas se tornan diferentes, los momentos tienen otro valor, le buscamos significado a TODO, y tenemos los ojos muy abiertos, para estar atentos a todos los signos de Dios, y que no se nos escape el más mínimo de los detalles. Lo que más deseamos es hacer la voluntad de Dios, y que de nuestro labios solo se escuche “haz tu obra en mi”

Te pregunto, ¿hablas con Jesús en tus tareas cotidianas? ¿Te gustaría intentarlo? Te doy mi ejemplo, a mí, el Señor me ha sorprendido siempre!!! Inalcanzable de veces!!! ¿Sabes por qué?… un día decidí entregarle mi corazón y mis necesidades, y automáticamente el respondió, desde ese momento no tuve las más mínima duda que Él estaba a mi lado y me escuchaba, como si  se ocupara de mi como si nadie existiera en el mundo.

“Solo por hoy creeré firmemente aunque las circunstancias demuestren los contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mi como si nadie existiera en el mundo” /decálogo de la serenidad (9)/

Ahora cuando estoy en “soledad”, digo -¡que buen momento para hablar con mi Papá!- Como un papá, contándole todo, de cómo va nuestro día, de cómo terminó nuestro día, si estamos caminando, contarle a donde estamos yendo, y que nos espera cuando lleguemos a destino, si vemos  a un hermano pobre, enfermo, o simplemente algo que nos llame la atención, pedirle a Jesús que sacie las necesidades de ese corazón. Quizás me digas –pero en la ciudad hay mucho ruido, mucha gente, no me podría concentrar- tranquilo hermano mío, es tan perfecto el diálogo con nuestro Señor que nada, ni el más chiquito detalle nos va a distraer.

Demás está aclarar que no hay mejor lugar para hablar con Él que un lugar en silencio, como el templo, junto al Sagrario, o una capilla de adoración perpetua, o el campo, y el mejor de todos! Un retiro… Pero la cotidianidad, nuestro trajín, no nos permiten tomarnos muy seguido esos privilegios. Por eso tenemos que aprovechar desde que abrimos los ojos en la mañana para estar en presencia con Dios.

A mí personalmente me gusta mucho esto de ser un poco locos por Jesús, ir contracorriente, caminar por la calle sonriéndole a la vida y a nuestros hermanos.  QUE HERMOSO!! ¿NO?

Te invito a que te animes a hablar a Cristo como si fuera tú mejor amigo –que en definitiva lo es- . Te invito a que saques de vos esa imagen de Jesús “jefe” -que no lo es-. Y que puedas llegar a comprender que nunca se aparta de nuestro lado, y si alguna vez te sentís lejos de Él, te invito a rezar esta oración:

Te amo, Oh mi Dios.

Mi único deseo es amarte

Hasta el último suspiro de mi vida.

Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios,

Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.

Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno

Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor,

Oh mi Dios,

si mi lengua no puede decir

cada instante que te amo,

por lo menos quiero

que mi corazón lo repita cada vez que respiro.

Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo,

Y de amarte mientras que sufro,

y el día que me muera

No solo amarte pero sentir que te amo.

Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora

Final aumentes y perfecciones mi amor por Ti.

Amén. Santo Cura de Ars

Filotea.

 

Yo Filotea