San Roque González y un corazón atravesado

jueves, 17 de noviembre de
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Hoy celebramos a San Roque González de Santa Cruz, misionero jesuita paraguayo y compañeros mártires.  Fundó 10 reducciones. Uno de esos pueblos fue la actual Yapeyú, cuna del Libertador General San Martín y otras a orillas del Río Paraná y del Uruguay. Murió mártir junto a otros dos sacerdotes jesuitas. Roque González, de 52 años, y su compañero Alfonso Rodríguez, murieron en la reducción de Todos los Santos del Caaró, el 15 de noviembre de 1658, y Juan del Castillo, dos días después en el pueblo de Asunción de Ijuhí. Los tres mártires fueron canonizados en 1988 por Juan Pablo II durante su visita apostólica al Paraguay.

 

Roque González, ya siendo sacerdote, ingresó en la Compañía de Jesús y su deseo por que el evangelio llegara a todos los hombres lo hizo aprender idiomas y dedicarse por completo a los nativos. En sus reducciones los nativos eran tratados con gran dignidad y amor. En ese tiempo, todavía se dudaba si los nativos realmente tenían alma y eran masacrados o tomados como esclavos. 

 

Roque en su mundo interior tuvo tres elementos de Espiritualidad que era “La Santa Cruz”, “La Virgen María” que el llamaba “La Conquistadora” y el ultimo “Amor y culto a la Eucaristía”.

 

Todo este mundo interior tan rico y variado da sentido e impulso a su fuerte actividad. Capaz de trabajar largas horas, Roque González, para ayudar a sus indios, pero también para enseñarles. Se siente llamado a educar a formar aquellos hijos que iba engendrando. Los educaba en la fe con largas horas de enseñanza del catecismo que traducía al guaraní. También la enseñanza del cultivo del campo y más allá aun, de la construcción y las primeras artesanías de vivienda y vestidos.

 

Hechos sorprendentes, milagrosos, ocurrieron durante el martirio de San Roque. Según cuenta la historia, estaban reunidos los indígenas alrededor de la hoguera humeante donde se consumían los cadáveres mutilados de los misioneros, y oyeron aterrorizados la voz de Roque que decía: “Aunque me maten no muero porque mi alma va al cielo”, al mismo tiempo que les prometía ayuda espiritual. Ante semejante situación el cacique Caarupé, entendiendo que tales palabras no podían ser expresadas ya que la cabeza del padre Roque se hallaba destroncada, mandó que le abrieran el pecho y le atravesaran su corazón con una flecha. El corazón de san Roque González de Santa Cruz se encuentra hoy incorrupto.

 

Su sangre era la firma última a todas las páginas de su vida heroica y la ratificación de Dios.

 

Una buena manera de poder ambientarnos en la época de este santo martir es volviendo a disfrutar de la película “La Misión”

 

 

Oleada Joven