En aquél tiempo Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.
De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.
Palabra de Dios
P. Raúl Gomez Sacerdote de la Diócesis de Mendoza
La Palabra de Dios no convoca en este primer domingo del tiempo de Adviento, tiempo de la espera, tiempo de la preparación, tiempo de la conversión a la venida del Señor que viene lleno de poder, lleno de gozo, lleno de esplendor, lleno de fuerza, lleno de Luz.
El Evangelio de San Mateo nos invita claramente a estar prevenidos, a estar atentos, porque el Hijo del Hombre vendrá en la hora menos pensada, y para eso debemos estar preparados. ¡Qué significa prepararnos para la venida del Señor? Significa buscar intensamente al Señor de la vida, al Señor de la historia en lo profundo de nuestro corazón, significa animarnos a que la gracia de Dios penetre en lo profundo de nuestra vida y de nuestra historia. Y Jesús en este Evangelio se dirige principalmente a sus discípulos, y entre ellos también estamos cada uno de nosotros, con esta imagen del Hijo del Hombre: cuando venga será como en tiempos de Noé, antes de que se diera el diluvio.
¿Qué significa? El Señor va a venir y debemos estar preparados. ¿Cómo nos preparamos para esperar la venida del Señor? Que viene en la condición frágil de un niño, pero lleno de poder, lleno de bondad, lleno de amor. Estos domingos de Adviento son un camino necesario que asumimos como creyentes, como cristianos; son un camino que debemos hacer para poder alcanzar la plenitud de lo que el Señor nos ofrece en la Persona de su Hijo Jesús, allí en el pesebre, en ese lugar que va a elegir para nacer, en el pesebre de nuestro corazón. Pero debemos estar prevenidos, debemos prepararnos constantemente, en las obras cotidianas, en la oración, en los gestos concretos que podemos hacer a nuestro prójimo, reconociendo en ellos el rostro visible de Jesucristo.
Muchos hoy crucificados por el dolor, por la pena, por la angustia, por la soledad, otros privados de libertad, y tantos otros que caminan sin rumbo, sin saber dónde está el Señor.
Que este tiempo que comenzamos sea ese tiempo de la esperanza, de la esperanza en el Señor, de su promesa, la promesa de alcanzar la vida en plenitud, asumiendo y viviendo nuestro ser cristianos, siguiendo con todo lo que nos ha dejado el Año Extraordinario de la Misericordia, siendo misioneros de misericordia, llevando el amor de Dios a todos los hombre, en todos los lugares, allí donde el Señor nos envíe. Que este tiempo sea realmente el tiempo propicio para volver fuertemente la mirada hacia el Señor y que no tardemos nunca en buscarlo, sobre todo cuando nos sentimos solos, nos sentimos tristes o cuando hemos perdido el sentido.Que el Señor sea Luz y Guía para tus pasos