Madre, regálame tu sonrisa…
Que en ella vea el corazón de Dios que corre hasta abrazarme a toda prisa.
Que en ella entienda que es Dios siempre mayor a todo lo que es y será en mí, solo ceniza.
Que en ella sienta el perdonar de Dios, a todo lo que ya le confesé, pero aún me martiriza.
Que en ella obtenga el sonreír de Dios que inunde mis durezas del humor que las suaviza.
Que en ella aprenda la bondad de Dios, que me vuelve bien por mal y disuelve mi malicia.
Que en ella vuelva mi “gracias” a Dios, porque siempre en su amor me primeriza.
Que en ella lea que es gloria de Dios, que mi alma tenga: vida, y mi rostro: una sonrisa.
Fuente: Dialogos con el hijo pródigo