¡Ludovico Pavoni, un amigo nuestro!

miércoles, 7 de diciembre de
image_pdfimage_print

¡Hola amigos de oleada Joven! Quiero escribirles en esta ocasión sobre una persona poco conocida, pero que ha desgastado en el silencio su vida por los jóvenes más necesitados, de hecho hace poco fue declarado Santo, este hombre es nada más y nada menos que San Ludovico Pavoni.

¡Leíste bien! Ludovico Pavoni. Pues mira, este hombre nació en Brescia, una ciudad al norte de Italia, en el año de 1784, una época muy caracterizada por los vaivenes de la sociedad, para que te ubiques te recordaré que pocos años después de que nació Ludovico, se desató la revolución francesa. Nuestro amigo Ludovico no era de la gente pobre, al contrario él era de una familia noble: los Pavoni.

 

Pues este señor, supo vivir haciendo otra revolución: la del amor. Fue ordenado sacerdote el 21 de febrero de 1807, ¡fíjate que estamos hablando de un hombre que podía haber tenido una brillante carrera eclesiástica, pero renunció a ella! Su obispo le había nombrado su secretario posteriormente le nombró canónigo de la catedral,  todo apuntaba a que él sería alguien muy importante en la jerarquía de la iglesia, pero todo cambió de rumbo cuando conoció las dulces seducciones del Señor: los niños y jóvenes huérfanos y desamparados.

Para ellos abre su “Oratorio” (1812), mientras que ayudaba a otros sacerdotes en la catequesis, este señor, no se queda sordo ante la necesidad que veía en sus hermanos. Deja de ver con los “ojos del mundo para admirar con los Cristales del evangelio”, es decir, veía a todos como los miró nuestro querido amigo Jesús.

Pero este Sacerdote, el Padre Ludovico Pavoni (a él no le gustaba que sus chicos le llamaran Canónigo, incluso les dijo “Llámame con el dulce nombre de Padre”) no se quedó satisfecho con el proyecto del oratorio y va más allá: Funda para ellos el instituto de San Bernabé, donde a sus chicos, sus predilectos, no solo les diera cobija y comida, sino también les ensañaba un oficio él dice que era “una verdadera escuela de oficios donde al menos los huérfanos a los abandonados por sus propios padres fueran acogidos, mantenidos gratuitamente, educados cristianamente y capacitados para el desempeño de algún oficio, y convertirlos, al mismo tiempo en seres queridos por la religión y útiles a la sociedad”, también dedicó su obra a los sordomudos, a quienes les dejó una escuela agrícola, fuera de Brescia, en la colina de Saiano.

Sí, el Padre Pavoni, se desgastó en estos proyectos, el oratorio, el instituto de San Bernabé, pero no solo quiso hacer esta obra él, pues reconocía que no era un proyecto suyo, sino de la Divina Providencia, como él solía llamar a Dios, y funda, el 08 de diciembre de 1847 una “familia, una congregación compuesta por hermanos Sacerdotes y Hermanos Laicos” que “unidos entre sí con estrechos vínculos de caridad, formados y dispuestos con las virtudes del estado religioso, se dedican expresamente a la santificación propia y se consagran conjuntamente, de todos los modos posibles, a la salvación del prójimo”, los dejó bajo el amparo y patronazgo de la Virgen Inmaculada, a quien el tanto quería, dandoles el nombre de “Hijos de María Inmaculada”

 

En el año de 1849 estalla una guerra en Brescia y las bombas caían muy cerca de donde el Padre Pavoni tenía sus chavales, y queriendo salvarles, decide que saldrían en grupos pequeños hacia la casa donde estaban  los sordomudos, en Saiano. Cuando iban hacia Saino, cayó una lluvia, la cual hizo enfermar a nuestro amigo, el padre Pavoni, logró llegar a casa y allí pasó una agonía, que concluyó con su partida a casa de su mejor amigo y quien le animaba: la Divina Providencia.

Nuestro amigo Pavoni, fue declarado beato por el Papa Juan Pablo II en el 2002 y declarado Santo este año por el Papa Francisco.

Amigo, la obra de Pavoni perdura hasta nuestros días, no solo el Italia, donde él vivió, sino también en España,  Eritrea,  Burkina Fasso, Brasil, Colombia, México y Filipinas.

 

 

Ernesto Camarena Báez