Te amo cuando proclamas que eres la sierva del Señor,del Señor a quien tú con tu humildad cautivas. (Lc 1,38)Esta es la gran virtud que te hace omnipotentey a tu corazón lleva la Santa Trinidad.Entonces el Espíritu, Espíritu de amor,
te cubre con su sombra, (Lc 1,35)
y el Hijo, igual al Padre, se encarna en ti…¡Muchos habrán de ser sus hermanos pecadorespara que se le llame: Jesús, tu primogénito! (Lc 2,7)
María, tú lo sabes: como tú, no obstante ser pequeña,poseo y tengo en mí al todopoderoso.Mas no me asuste mi gran debilidad,pues todos los tesoros de la madre son también de la hija,y yo soy hija tuya, Madre mía querida.
¿Acaso no son mías tus virtudes y tu amor también mío?Así, cuando la pura y blanca Hostia baja a mi corazón,tu Cordero, Jesús, sueña estar reposando en ti misma, María.
Tú me haces comprender, que no me es imposiblecaminar tras tus huellas, ¡oh Reina de los santos!.Nos hiciste visible el estrecho camino que va al cielocon la constante práctica de virtudes humildes.Imitándote a ti, permanecer pequeña es mi deseo,veo cuán vanas son las riquezas terrenas.Al verte ir presurosa a tu prima Isabel,de ti aprendo, María, a practicar la caridad ardiente.
En casa de Isabel escucho, de rodillas,el cántico sagrado, ¡oh Reina de los ángeles!,que de tu corazón brota exaltado (Lc 1,46s)Me enseñas a cantar los loores divinos,a gloriarme en Jesús, mi Salvador.Tus palabras de amor son las místicas rosasque envolverán en su perfume vivo a los siglos futuros.En ti el Omnipotente obró sus maravillas,yo quiero meditarlas y bendecir a Dios.
Santa Teresita de Lisieux