Rezar juntos, pero también hablar y reír juntos.
Intercambiar favores, leer juntos libros bien escritos.
Estar juntos bromeando y juntos serios.
Estar a veces en desacuerdo para reforzar el acuerdo habitual.
Aprender algo unos de otros o enseñarlo los unos a los otros.
Echar de menos a los ausentes con pena,
acoger a los que llegan con alegría
y hacer manifestaciones de este estilo y del otro,
chispas del corazón de los que se aman y atraen,
expresados en el rostro, en la lengua,
en los ojos, en mil gestos de ternura,
y cocinar los alimentos del hogar
en donde las almas se unan en conjunto
y donde varios no sean más que Uno.
San Agustín