Evangelio según San Marcos 3,22-30

viernes, 20 de enero de
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Los escribas que habían venido de Jerusalén decían: “Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los Demonios”. 

 

Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: “¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás?  Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin.  Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. 

 

Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. 

 

Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre”. 

 

Jesús dijo esto porque ellos decían: “Está poseído por un espíritu impuro”. 

 

Palabra de Dios

 

 

 


 

P. Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 

Los escribas habían venido de Jerusalén, para observar bien el comportamiento de Jesús porque querían defender su Tradición en contra de las novedades de sus enseñanzas a la gente (Mc 7,1); acusando que iba en contra de la buena doctrina.

 

En su respuesta, Jesús usa comparación de familia dividida y de reino dividido para denunciar lo absurdo de la calumnia. Decir que Jesús expulsa los demonios con la ayuda del príncipe de los demonios significa negar la evidencia. Es lo mismo que decir que el agua está seca y que el sol es oscuridad. 

 

Seguidamente, Jesús compara el demonio con un hombre fuerte. Jesús es el más fuerte. Por eso consigue entrar en la casa, sujetar y expulsar los demonios, liberando a las personas que están bajo el poder del mal. Ya el profeta Isaías había usado la misma comparación para describir la venida del mesías (Is 49,24-25). Y Lucas añade que la expulsión del demonio es una señal evidente de que el Reino de Dios ha llegado (Lc 11,20).

 

Finalmente, Jesús nos recuerda que todos los pecados son perdonados, menos el pecado contra el Espíritu Santo. Pero, ¿Qué es el pecado contra el Espíritu Santo? Es negar su acción en nosotros simplemente dando mayor poder al espíritu del mal, que muchas veces bajo sus engaños se ha mas “evidente” pero menos verdadero y nos esclaviza. Así, el perdón pasaría a nuestro lado y no nos alcanzaría. No es que Dios no quiera perdonar. ¡Dios siempre quiere perdonar! Pero es el pecador que mira para otro lado y rechaza el perdón.

 

 

Para la reflexión personal

 

 

 

• Las autoridades religiosas se encierran en sí mismas y niegan la evidencia. ¿Me ha ocurrido a mí encerrarme en mi mismo/a contra la evidencia de los hechos del Reino?

 

 

 

• La calumnia es el arma de los débiles. ¿Has tenido experiencia en este punto?

 

 

 

 

 

Oleada Joven