24/01/2017 – Cada 24 de enero la iglesia recuerda a San Francisco de Sales. Se dice que escribía de día hojas clandestinas y la metía por debajo de las puertas, de noche. Por esa razón, se ganó el premio “patrono de los periodistas”.
Escribía como un ángel y es autor de los clásicos de espiritualidad “Introducción a la vida devota” y “Tratado sobre el amor de Dios”. Los franceses lo incluyen entre sus clásicos de literatura. Fue proclamado doctor de la Iglesia y se lo llegó a conocer como “doctor de la amabilidad”.
Montañés de cuerpo entero, nacido en los Alpes, en el castillo saboyano de Sales, los años convulsionados en Francia, después de la Reforma Protestante, formaron el fondo de la vida de Francisco de Sales. Sus padres le llevan a estudiar a la universidad de París. Luego a Padua. Para su papá, fue una gran decepción que Francisco no aceptara una carrera espléndida en el mundo, sino que prefiriera el sacerdocio.
Canónigo de Annecy, obispo auxiliar de Ginebra, líder de debates con los protestantes, apóstol de la región de Chablais. Vuelve a París, trata con san Vicente de Paul, en todas partes se le recibe con entusiasmo.
Su libro “Introducción a la vida devota”, contó con cuarenta ediciones en vida del autor y continúa siendo utilizado como material de lectura espiritual. “¿No es una barbaridad -decía él- querer desterrar la vida devota del cuartel de los soldados, del taller de los artesanos, del palacio de los príncipes, del hogar de los casados?”
De naturaleza irascible, hizo fuertes esfuerzos contra su ira y logró adquirir dulzura y amabilidad admirables. Consiguió estas virtudes tras mucho trabajo interior, de hecho se cuenta que al hacerle la autopsia al morir, le encontraron su hígado endurecido como un piedra. Esto se explica por la enorme violencia que tuvo que hacerse este hombre de fuerte carácter para hacerse y aparecer amable, delicado y bondadoso en el trato.
San Francisco de Sales escribió: “No nos enojemos en el camino unos contra otros; caminemos con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en tu corazón entrada al enojo”.
Don Bosco fue su gran admirador al punto que decidió dedicar su congregación a San Francisco de Sales. De ahí nacen los Salesianos, sacerdotes dedicados al cuidado y educación de los niños y jóvenes. Así escribe un salesiano al respecto: ” Inspirados en la bondad y en el celo pastoral del santo de la caridad, Don Bosco nos ha dado el nombre de salesianos y nos ha indicado un programa de vida en la máxima “Dame almas y llévate lo demás”. Y en Don Bosco, inspirado en San Francisco de Sales, tiene origen un vasto movimiento de personas, que en diferentes modos, trabajan por la salvación de los jóvenes. Esta es nuestra fuente y nuestra inspiración: la mansedumbre, la amabilidad, la pasión pastoral”.