¿Qué hacemos en los viajes largos? Esos viajes en los que no queda más remedio que permanecer sentado, horas y horas, mientras todo pasa. Quietos en el asiento de un autobús o en un tren que viaja hacia algún lugar lejano.
Es una oportunidad para seguir contemplando. Miramos la vida que se mueve mientras estamos quietos con los sentidos abiertos. Vemos la gente que comparte su asiento y viaja como nosotros, los que se quedan y los que se van, los que trabajan o descansan y nos miran pasar. También los lugares por los que atraviesa el camino transmiten su historia y su belleza a cada viajero.
Cuando viajamos podemos percibir que el Señor nos va acompañando y sigue actuando en nuestro entorno. Aunque estemos quietos o en movimiento. Es un buen momento para rezar por todo ello y ofrecérselo a Dios con agradecimiento.
Fuente: jesuitasaru.org