Andando y andando en el camino, te das cuenta que es una metáfora de la vida, en donde cada quien elige como caminar. En donde hay días de compañía, y en ocasiones espacios de soledad, y de esa platica interna, en donde se lleva a cabo el buen combate, aquella batalla con uno mismo. Ese diálogo, en donde florecen todos los sentimientos, pasando todos y cada uno de sus colores; cierras los ojos y ves la lejanía del desamparo, cuando notas la presencia de Dios, en todos lados, una sublime sensación recorre todo el ser, y experimentas la vida, en su máxima potencia, la soledad no existe jamás, un estado de paz, felicidad y amor inmenso abraza el alma, queriendo habitar siempre aquel sitio perfecto.
Al despertar, notas en el camino, una magia especial, te das cuenta que traes encima lo necesario, para lograr aquello que sueñas, y lo que no, se irá quedando en el paso, para no ser una carga innecesaria. El camino de Santiago, sí es un camino de estrellas, porque aquí aprendes a controlar la mente, dominar tus miedos y demonios internos, sopesas el cansancio y el dolor que aveces pueda sentir tu cuerpo, tu corazón y tu alma. Hay días con más kilómetros que otros, con pendientes y bajadas, habrá días de lluvia, sol intenso y viento suave que acaricie tu cuerpo, pero eso te recuerda los matices de la vida; con sus altas y sus bajas, con sus encuentros y desencuentros, con sus caídas y tropiezos, pero cada quien decide la marcha y el son alegre de su paso, todos y cada uno con un objetivo; llegar al destino: La Felicidad.
En este camino te encuentras ángeles y maestros de vida, en donde acuerdas sin hablar, o que con su sola presencia regocijan el alma, cada palabra, sonrisa, llanto, abrazo, brindis o baile te hacen ver la vida con tanta singularidad, que te hacen recordar la grandeza de estar vivo.
Caminando aprendí, que a veces es necesario tener el corazón roto, para que le sea posible a la luz entrar, y hacer ese viaje al centro del corazón, para informarle al mundo que Dios es una experiencia de amor supremo y que todos tenemos la capacidad de sentirlo y vivirlo. Hoy soy más consciente de cómo quiero caminar, y continuar este hermoso camino llamado La Vida.
Flor Idalia Álvarez