Adrián, nos comparte su experiencia de apostolado en el Punto Corazón de Chennai – India
En esta carta quisiera compartirles sobre la vida de una gran amiga: Sharada, ella es maestra de profesión y cabe decir, maestra de vida también. Cada 2 o 3 semanas la visitamos en un hogar de ancianos. Lamentablemente no tiene familiares directos que la puedan visitar.
En más de una ocasión no la logramos encontrar en su habitación, y luego de buscarla resulta estar viendo su novela favorita en una habitación contigua, con otra abuelita. Siempre dándonos una calurosa bienvenida y rápidamente, a los dos segundos, nos reprocha la poca frecuencia de nuestras visitas.
“Los que en el Amor creemos, los que en el Amor vivimos…” Por supuesto que la visita no sólo la incluye a ella, automáticamente en el camino a su habitación nos presenta uno por uno a las demás personas del hogar, y así nuestra pequeña peregrinación da comienzo, rezando juntos por cada uno de ellos. Luego generalmente compartimos un té y unas galletitas antes de despedirnos.
En una oportunidad, justo antes de despedirnos, se detiene bruscamente junto a nosotros y cierra los ojos. Le preguntamos si se encontraba bien..…a lo que responde: “Shh! Ahora estoy rezando por ustedes. Esperen un poquito…¡sean pacientes!”. ¡Qué espíritu misionero! ¡Qué mujer de fe!
Para nosotros Sharada nos ilumina y nos recuerda constantemente acerca de Quién es el alimento Eterno en nuestras vidas. Ella es una Maestra para nosotros en ese sentido.
Adrián