Creo que la experiencia más humana y más consoladora a la vez, pasa por reconocer delante de otra persona nuestra fragilidad y debilidad y experimentar el perdón y el abrazo del otro.
Recibir la ceniza es manifestar públicamente la voluntad de convertirse. Eso sólo puede pasar por la Humildad. Que no humillación, humildad como la capacidad de hacer verdad en nuestra vida, de reconocer que no siempre llegamos a todo, de reconocernos necesitados de otros y de Dios.
La ceniza que recibimos al comenzar la cuaresma, simboliza ese SÍ, LO SIENTO, no lo hice bien aquí y contigo, pero quiero intentarlo de nuevo y que me aceptes desde y con lo que soy.
Esta invitación hoy, una vez más, es a encontrarnos con un Dios que acompaña, levanta y perdona siempre.
Fuente: pastoralsj.org