En silencio escucho una voz
que levanta y despierta lo dormido,
que quema y me conecta con lo más íntimo.
Es tu voz Señor,
la que me lanza a vivir,
y me anima a seguir.
Pero en este presente confuso
también emerge otra voz.
Una voz oscura que estremece el alma,
que mata deseos,
y se lleva lejos mis sueños.
Abre mis oídos, grita fuerte Señor,
Indícame el camino a seguir.
Porque aunque hoy no comprenda tu volundad en mí,
Estoy dispuesta a elegir aquella voz que viene de Ti.
Ranea, Sofía.