No hay distancias que puedan separarme de ti.
No hay oscuridad que te oculte.
No eres, sin embargo,
ningún detective que vigile mis pasos,
sino el Padre tierno que cuida
las andanzas de sus hijos.
Y, cuando tengo la sensación
de ser un niño perdido en el páramo,
tú me gritas con el profeta:
“Aquí estoy, contigo estoy,no tengas miedo”.
Me envuelves con tus brazos,
porque eres poder y cariño,
porque eres mi Dios y mi Padre,
y en la palma de tu mano derecha
llevas escrito mi nombre,
en señal de predilección.
A donde quiera que yo vaya,
estás conmigo.
Ignacio Larrañaga(El Sentido de la Vida)