Dios es infinitamente misericordioso, comprende mi corazón y mis debilidades, y por eso no me abandona.
Dios es infinitamente justo y no me pide nada que sea demasiado grande para mis fuerzas.
Soy muy feliz cuando medito sobre Tu justicia infinita y lo pongo todo, todo en Tus manos.
La experiencia me demuestra que, cuando encuentro por el camino mil dificultades, noches oscuras y pruebas de todo tipo, y parece que no hay escapataria, Tú no me abandonas, porque lo sabes todo.
Cuando estoy a punto de quedar abatido bajo el peso del mal, Tú no me abandonas, estás más cerca de mí que nunca.
Cuando pensaba, desesperado, en rendirme y dejarlo todo, porque por dentro y por fuera encontraba osbtáculos tan devastadores como una tempestad, que extraviaban mi voluntad y destruían mi trabajo, Tú no me abandonaste.
Lo sé porque justo en esos momentos el Espíritu Santo me enseñaba qué hacer y qué decir.
El Espíritu Santo sigue llenando mi corazón de esperanza.
Me asegura que Dios no me abandona nunca a pesar mis limitaciones.
François-Xavier Nguyen van Thuan