Vivir con ilusión

sábado, 1 de abril de

La ilusión en la vida es algo fundamental si se quiere hacer algo grande y que merezca la pena. Es imprescindible si se quiere arrostrar las dificultades que conlleva toda vida humana.

 

Sin la ilusión no hubieran existido los grandes líderes (un gran hombre, un gran país, una gran causa, una gran ilusión), ni los grandes inventores, ni los santos. ¿Acaso Edmund Hillary hubiera podido escalar el Himalaya sin una ilusión que ardiera en su interior? La ilusión debe ser el “habitat” de todo hombre si no quiere caer en pasotismo, en la mediocridad, en el “ahí se va”, en el derrotismo.

 

¿Cuánta ilusión hay en la balanza de mi vida? ¿Esa ilusión es capaz de sacarme de mi tibieza y lanzarme a arrostrar las dificultades, a superar las crisis y tentaciones, a entregarme a Cristo con todas las fuerzas de mi corazón? ¿Se me nubla con frecuencia esta ilusión por el Ideal? ¿La renuevo cada día en mi oración, misa, etc?

 

Hay que distinguir muy bien entre: vivir de ilusiones y vivir con ilusión mi vida humana.

 

Vivir de ilusiones:

Es perder tiempo, energías, no vivir de realismo; es engañarse vilmente, ir aplazando la maduración de mi personalidad. Es sumergirse en un subterfugio que a la larga acarrea consecuencias desastrosas y grandes remordimientos: “cuando yo salga de la Universidad, entonces sí me entregaré…cuando yo sea profesional, entonces sí comenzaré a tomarme en serio mi vida…”. Es encontrarse al final de una vida con las manos vacías de obras auténticas, tangibles. Sólo habría bonitos propósitos a colores, “quisieras platónicos”, humo que se escapa.

 

El hombre que vive de ilusiones no batalla, no se pone metas concretas a corto plazo, no es incisivo en la sociedad, vive encastillado en un mundo irreal, atrincherado y envuelto en sus pompas de jabón. Siempre está con lamentaciones, excusas.

 

Vivir con ilusión:

Es otra cosa muy distinta a lo descrito anteriormente. La persona ilusionada vive su jornada cotidiana animada por el amor, con entusiasmo (etimológicamente entusiasmo significa: endiosado, lleno de Dios, que desborda a Dios en sus palabras, actitudes y comportamientos). Con entusiasmo no quiere decir que no haya dificultades. Pero el entusiasmo le hace ver las cosas de otro modo, le da fuerzas para seguir adelante a pesar de esas adversidades. Quien no vive de entusiasmo siempre está escarbando como las gallinas en el suelo de su egoísmo; sólo quejas, disgustos, enfados, protestas, egoísmo, desgana en todo.

 

Padre Antonio Rivero LC

Padre Antonio Rivero L.C

 

 

Oleada Joven