Perseguido por los tuyos.Rechazado por tu pueblo.Incomprendido incluso por tus mejores amigos.A veces, tan solo.Tentado más de una vez:“si no me quieren, que se las arreglen solos”.¿Cómo no te cansaste ante tanta incomprensión, tanta dureza de corazón?¿Cómo aguantaste tanto?Siempre a contracorriente.
El Espíritu fue tu fortaleza,el fuego que alimentaba tu vida.Y en tu corazón, una decisión íntima e irrevocable:dar la vida por todos, incluso por los que querían eliminarte…hacer realidad el sueño del Padre:un reino donde fuera posible vivir en fraternidad.
Danos, Señor, ese mismo Espíritu que sostuvo tus pasospara que no nos rindamos nunca, aunque nos sintamos rechazados,y pongamos nuestras vidas al servicio de tu reino.
(Fermín Negre)