Siempre me resulta significativa la referencia a Betania en los días previos a la Pasión del Señor, y el que Jesús escogiera ese recinto amigo. Así lo señala el Cuarto Evangelio: “Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien habla resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa” (Jn 12, 1).
Betania significa la “casa del amigo”. Si además hacemos imaginariamente el recorrido que Jesús hizo a diario los días últimos de su vida terrena, deberemos pasar por Betfagué, que significa “la casa de los higos”; y si escuchamos la orden que el Maestro dio a dos de sus discípulos, de que buscaran a Fulano para que les dejara la casa para celebrar la cena pascual, descubrimos una reiteración evidente de espacios domésticos.
La ley de Moisés mandaba celebrar la Pascua juntos todos los de casa, y si eran pocos, que invitaran a los vecinos, pero se debía celebrar en familia, en el recinto íntimo.Al inicio de la Semana Santa, los cristianos recibimos la invitación de Jesús a reunirnos como familia, en los recintos comunitarios para celebrar los días santos que fundamenta nuestra fe, la memoria de la última Cena, de la Pasión y Resurrección de Jesucristo.
¿Has programado ya dónde celebrar estos días? La fe no se puede vivir de manera aislada. Bastante intemperie sufrimos para que no arriesguemos también la experiencia de pertenencia al grupo de los discípulos de Jesús.
¿Cuál será tu Betania? O si quieres, te pregunto de otra manera: ¿Estás dispuesto a ser anfitrión, casa, espacio familiar, pertenencia en los próximos días santos?
En Betania aconteció que a Jesús le lavó y perfumó los pies la mujer pecadora, y en el Cenáculo, el Maestro se pondrá a los pies de los discípulos para lavarles los pies. Desde una lectura icónica, el Maestro repite el gesto de la mujer, y expresa su amor a los discípulos de manera entrañable.
Betania es recinto donde se aprende a servir con amor, y a tener los gestos más sensibles y afectivos con Jesús, y con quienes hoy son sacramento suyo, a quienes también deberemos lavar los pies.
Fuente: ciudadredonda.org