“…Y salió el sembrador a sembrar… y a esperar a que actúe el Espíritu, Señor de los tiempos y de la cosecha…”
Palabras textuales de quien supo de la siembra más que de la cosecha, esta es la historia de José Pérez Gómez, laico español de 73 años, esposo de Mari compañera de vida y sobre todo pilar en la misión; ambos supieron hacer de ella, no sólo una opción que los llevó a pisar África; sino una actitud de puertas abiertas en su realidad comunitaria y familiar.
El África como escuela de entrega y de vida, lo precedió a José hace muchos años en la vida de su hermana Isabel, quien como monja terciaria fuera enviada de misión a Benín, África del Oeste; lugar donde vivió casi 6 años y donde fallece a causa de un accidente. La cruz de la pérdida, le devolvió a José una familia más grande que lo encontró junto a su mujer sembrando en la misma tierra …la pascua supo de siembra pero también de cosecha con la familia grande que les vino de regalo.
La sociedad de misiones africanas fue la casa desde la cual seguir esta camino de opción por la misión, en España lugar de residencia de este matrimonio y en África tierra de servicio y vocación.
Luego de recorrer (una de las tantas experiencias) durante dos meses, las regiones de Benín y Níger, y de reafirmar la experiencia de familia mas universal José fallece al poco tiempo de regresar a España.
“Su vocación misionera era radical, sin fisuras, con entrega total y apasionada, igual que la de Mari, su esposa, los dos compartieron los mismos sentimientos misioneros… Su muerte repentina nos dejó tan sorprendidos, se fue con la misma sencillez con que había vivido, fue el broche de oro a su fidelidad a Mari y a la SMA. El Señor le llamó a su descanso eterno, como premio a todos sus desvelos misioneros…su vida entregada a la misión, su casa abierta de par en par. Cada uno de nosotros somos un pequeño eslabón…podemos pensar que nuestro eslabón es insignificante, pero la falta de un solo eslabón en una cadena, provoca un vacío que deja inoperante un extremo de la cadena”. (Fragmentos de la carta de sus compañeros en despedida).
“Su vocación misionera era radical, sin fisuras, con entrega total y apasionada, igual que la de Mari, su esposa, los dos compartieron los mismos sentimientos misioneros… Su muerte repentina nos dejó tan sorprendidos, se fue con la misma sencillez con que había vivido, fue el broche de oro a su fidelidad a Mari y a la SMA.
El Señor le llamó a su descanso eterno, como premio a todos sus desvelos misioneros…su vida entregada a la misión, su casa abierta de par en par. Cada uno de nosotros somos un pequeño eslabón…podemos pensar que nuestro eslabón es insignificante, pero la falta de un solo eslabón en una cadena, provoca un vacío que deja inoperante un extremo de la cadena”. (Fragmentos de la carta de sus compañeros en despedida).
En tiempo de pascua emociona saber que el padre recibe a manos llenas los rostros multiplicados en las manos de José, rostros que seguirán regando la porción de mari, el ciento por uno tiene razón de ser en hombres que gastan la vida hasta el ultimo momento de camino, la ofrenda fue puesta a los pies de quienes seguirán sembrando y él… el se fue a gozar de la cosecha y de sus frutos con quien sabe de buena tierra, el Padre.
Al señor de los tiempos…la cosecha…. A nosotros la siembra.
Cecilia Oliva