Evangelio según San Juan 10,11-18

miércoles, 3 de mayo de
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Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.

 

Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre”.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 

 


 

P. Javier Verdenelli sacerdote de la Arquidiócesis de Córdoba

 

 

 

El evangelio de hoy nos trae la parábola del Buen Pastor que es la continuación del evangelio de ayer (domingo).


Jesús cambia la comparación. Antes, él era la puerta de las ovejas. Ahora es el pastor de las ovejas. Todo el mundo sabía lo que era un pastor y como vivía y trabajaba. Pero Jesús no es un pastor cualquiera, sino que es un ¡buen pastor! La imagen del buen pastor viene del AT.


Diciendo que es el Buen Pastor, Jesús se presenta como aquel que viene a realizar las promesas de los profetas y las esperanzas del pueblo.


Podemos leer, por ejemplo, la bellísima profecía de Ezequiel (Ez 34,11-16). Hay dos puntos en los que Jesús insiste: en la defensa de la vida de las ovejas: el buen pastor da la vida por las ovejas. Y en el mutuo reconocimiento entre pastor y ovejas: el Pastor conoce a sus ovejas y ellas conocen el pastor. Con esto, Jesús dice que en la gente hay una percepción para saber quién es el buen pastor y era lo que los fariseos no aceptaban. Ellos despreciaban las ovejas y pensaban tener la justa mirada para discernir las cosas de Dios. En realidad estaban ciegos.


El discurso sobre el Buen Pastor enseña dos reglas para poder curar este tipo bastante frecuente de ceguera: (i) Prestar mucha atención a la reacción de las ovejas, pues ellas reconocen la voz del pastor. (ii) Prestar mucha atención a la actitud de aquel que se dice pastor para ver si le interesa verdaderamente la vida de las ovejas, y si es capaz de dar la vida por las ovejas.


Finalmente en una mirada inclusiva y ecuménica Jesús abre el horizonte y dice que hay otras ovejas que no son de este corral pero cuando lo escuchen, se darán cuenta de que él es el pastor y le seguirán.

 

 

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

 

La pastoral en mi parroquia ¿imita la misión de Jesús – Buen Pastor? Y en mi acción pastoral, ¿cuál es mi actitud? ¿Soy pastor como Jesús?

 

 

Radio Maria Argentina