Danos siempre de este pan

jueves, 4 de mayo de

Que nosotros, discípulos de Jesús, que vivimos de la eucaristía le pidamos hoy con insistencia “Señor danos siempre de este pan”. Que nos de ese pan que nos hace ponernos en movimiento, como discípulos y misioneros, dispuestos a acercarnos a los demás con misericordia y ternura.

 

La eucaristía es el signo de la locura de Dios, una locura que nos transforma el corazón. Creo que el Papa Francisco nos invita a ver la eucaristía desde un lugar más hondo. Por éstos días, a raíz del Sínodo de la familia, se habla mucho de la eucaristía y si es posible que los divorciados vueltos a casar puedan alimentarse de ella.

 

El discípulo es quien lee el corazón de Dios desde el evangelio. Jesús le respondió “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”.

 

En la eucaristía hay una comunión porque recibimos al Señor, pero es ante todo una comunión en el creer en Jesús. El primer modo de comulgar es buscar a Jesús y ese encuentro. “El que viene a mí jamás tendrá hambre, el que cree en mí jamás tendrá sed”. La comunión no es un acto de hacer una procesión en la misa para comer la hostia. Muchas veces comulgamos sacramentalmente pero de hecho no lo hacemos aún comiendo, porque ya estamos satisfechos. La comunión tiene más que ver con el buscar, el querer, el creer que nos permite comer su cuerpo. Entonces nos damos cuenta de que tenemos que ser cuidadosos, que no nos endurezcamos el corazón.

 

“Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”. Las condiciones que pone el Señor es “el que viene”, “el que cree”.

 

 

 

P. Alejandro Puiggari

 

Oleada Joven