Si buscas a Dios,
búscalo en tus hermanos,
en la amistad que te ofrecen,
en la necesidad que tienen de tu amor.
Búscalo en tu propio corazón
cuando le tiendas la mano
a quien no ha sido demasiado bueno contigo,
cuando das sin pedir nada a cambio.
Búscalo en el silencio de un momento de oración,
en la serenidad de un templo,
en la paz de las madrugadas.
puedes abrir los ojos o cerrarlos:
sea como sea, Él está aquí, contigo, en todas partes.
Diálogos de amistad (Misioneros Redentoristas)