Evangelio según San Juan 10,22-30

martes, 9 de mayo de
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Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: “¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente”. Jesús les respondió: “Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa.

 

 

Palabra de Dios

 

 

 

 


 

 

 

 

 

Nos encontramos en torno a la Palabra del Señor nuevamente, como cada día. Y en el Evangelio de San Juan Jesús nos relata estas palabras que tienen que ser para nosotros motivo de alegría, motivo de esperanza, palabras que nos consuelen, palabras que nos den tranquilidad y paz, palabras que nos recuerden que no estamos solos, que el Señor está con nosotros, que Él es fiel a su promesa.

 

En este texto vemos claramente como a los judios les cuesta creer, les cuesta reconocer en Jesús al Hijo de Dios. Es más, lo cuestionan, le preguntan: “¿Hasta cuando nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías dilo abiertamente”. Jesús les aclara que ya se los ha dicho, que ya les ha anunciado con gestos y palabras quién es, pero no quieren creer. Todas las obras Jesús las pone de manifiesto y las sitúa en el Padre, porque Jesús es el rostro del Padre misericordioso. Jesús nos muestra al Padre. Queria detenerme en estas palabras que para todos nosotroa pueden ser palabras que nos ayuden en el camino de la vida. Jesús es el Maestro, Jesús es el supremo Pastor y nos recuerda estas palabras: “Las ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna. Y ellas no pereceran jamás y nadie las arrebatará de mis manos”.

 

Es importante para cada unonde nosotros poder reconocer la voz del Buen Pastor, de aquel Pastor que va abriéndonos camino, de aquel Pastor que nos lleva a las verdes praderas, que nos consuela, que nos sostiene, que nos conoce a cada uno de nosotros por nuestro nombre. Y la.invitación es a que podamos seguirlo, ya que Él tiene vida eterna para brindarnos. Pidámosle al Señor que nunca olvidemos que somos sus ovejas, que queremos escuchar su voz. Y sobre todo que queramos seguirlo. Que tengas un bendecido día.

 

Oleada Joven