Dios no sólo me hace receptor de Su Amor sino también fuente desbordante para que mis hermanos puedan dar respuesta a su sed de Vida. Él me ha dado el regalo de amar, hasta dar la vida. Y cada día me “chista” y desafía a descentrarme de mí mismo, para que en el lenguaje del otro, me anime a amarlo grandemente en los detalles. Pero no termina allí, es ida y vuelta, es necesario dejarse amar, aprender a recibir, así como al otro le sale, como hoy puede. Es Un Amor de tres: Jesús, mi hermano y yo.
Hay un refrán que dice “dime con quien andas y te diré cómo eres”, ojala que el “cómo soy” testimonie con “Quien ando”, Quien es mi Amigo. Un Amigo que está cerquita, que traza conmigo cada huella, que no mira desde la vereda de enfrente aquella situación o circunstancia, sino que se involucra y obra. Un Amigo que a “pesar de mis pesares” me elige siempre renovando posibilidades.
Es su Amor por mí el que me hace capaz de amarlo. Sabiéndome amado, puedo amar y es por ello que en realidad, no se trata de cuánto hago por Dios sino de que Él haga en mí, no se trata de presentarle un inventario de buenas obras sino de que Su Corazón lata en el mío y guíe mis pasos hacia mis hermanos.
Me eligió para amar y que dé fruto duradero porque todo lo amado no tiene vencimiento, siempre sigue obrando y bendiciendo la humanidad, la tuya y la mía.
Luz Huríe