Posiblemente alguna vez hayas ido a la Terminal de tu ciudad a despedir a un amigo, a un hermano que viajaba por un tiempo. Un sinfín de sensaciones te habrán recorrido, tal vez la tristeza también llegó y tironeó tu corazón. Pero la Vida nos dice que no se trata de andar físicamente siempre juntos, ello no sería real, se trata más bien de permanecer unidos, aunque recorramos veredas distintas. Y si la distancia duele, convenzámonos que en Dios, todo dolor ofrendado es fecundo.
Jesús es Verdad, no nos anda con cuentos fantásticos ni nos da vueltas, es necesario que Él vaya al Padre, es el tiempo del Espíritu Santo, de madurar la Fe. Él se irá pero siempre estará entre nosotros. Es una bienaventurada contradicción.
Y ese tiempo es hoy, donde el Espíritu Santo nos anuncia pero también denuncia sin tapujos para que creyendo en que Jesús ya venció, amemos. El Espíritu Santo es el pulso del corazón del Padre en la humanidad.
Luz Huríe