Evangelio segun San Mateo 5, 20-26

miércoles, 9 de junio de




Yo se lo digo: si no hay en ustedes algo mucho más perfecto que lo de los Fariseos, o de los maestros de la Ley, ustedes no pueden entrar en el Reino de los Cielos. Ustedes han escuchado lo que se dijo a sus antepasados: «No matarás; el homicida tendrá que enfrentarse a un juicio.» Pero yo les digo: Si uno se enoja con su hermano, es cosa que merece juicio. El que ha insultado a su hermano, merece ser llevado ante el Tribunal Supremo; si lo ha tratado de renegado de la fe, merece ser arrojado al fuego del infierno. Por eso, si tú estás para presentar tu ofrenda en el altar, y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y vete antes a hacer las paces con tu hermano; después vuelve y presenta tu ofrenda. Trata de llegar a un acuerdo con tu adversario mientras van todavía de camino al juicio. ¿O prefieres que te entregue al juez, y el juez a los guardias que te encerrarán en la cárcel? En verdad te digo: no saldrás de allí hasta que hayas pagado hasta el último centavo.

Palabra de Dios


 




 

Reflexión: Monseñor Agustín Radrizzani | Obispo de la Diócesis de Mercedez – Luján

 




 

Hermanos muy queridos, en el Evangelio de hoy, leemos esta frase muy fuerte de Jesús que dice “Si tu hermano tiene algo contra ti, antes de presentar la ofrenda, ve a reconciliarte con tu hermano”. Quiere decir que Jesús quiere de nosotros siempre un corazón puro y pacificado. ¿De dónde nace esa exigencia? Dios nos hizo a imagen y semejanza suya, nosotros sabemos bien que Él es caridad, es amor, lo dice San Juan; entonces Dios nos quiere como personas constituidas de su misma raza, nos quiere pacificados, nos quiere gente de caridad, nos quiere gente que quiera siempre bien a todos.

 

Él dice cuando yo estoy por presentar mi ofrenda tengo que tener un corazón en paz con todos mis hermanos. Esto implica vivir en comunión con todos, y entonces la convicción directa que nace de esta frase de Jesús es que si yo saqué a un hermano de mi corazón, he sacado de mi corazón a Jesucristo. Por lo tanto cuando nosotros participamos en la Eucaristía, que es el lugar donde nosotros presentamos las ofrendas, tiene que haber una conciencia clara de vivir pacificado. Evidentemente hay hermanos con quienes nosotros simpatizamos, otros con quienes no simpatizamos; con quienes simpatizamos le ofrecemos a Jesús esa amistad construida, y con quienes no simpatizamos, nosotros tendremos que vivir de tal manera que Jesús perdone esa animosidad que nace en nuestro corazón.

Quisiera presentarles el ejemplo de Don Bosco, que por ahí uno de sus hijos le recriminaba que no tenía castigo suficiente hacia un muchacho que no se portaba bien. Don Bosco siempre preguntaba, ¿por él has rezado?, ¿por él has hecho sacrificios antes de corregirlo?

Entonces miremos cómo en la vida de los santos ellos también nos ayudan a tener un corazón pacificado. Ese corazón purificado y pacificado es lo que nos habilita a que la Eucaristía haga en nosotros toda la fuerza que Jesús quiere implementar, así como Él transformó el corazón de los santos, puede transformar nuestro corazón. Nosotros damos lugar a Jesús Eucaristía en nuestro corazón, nuestro corazón pacificado, y eso hace de nosotros también nuevos santos.

Que Dios nos ayude a vivir este camino de fidelidad.

 

 

 

 

Oleada Joven