El amo de la viña

lunes, 5 de junio de
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      [Santa Catalina oyó que Dios le decía]: «Toda criatura dotada de razón posee en sí misma una viña. Que es la viña de su alma. La voluntad, a través del libre albedrío, es el viñador durante el tiempo de su vida; pasado este tiempo no puede hacer en su viña ya ningún trabajo, sea bueno o sea malo, sino que es durante la vida que puede cultivar su viña a la que yo mismo la he enviado.

 

Este cultivador de su alma ha recibido de mí un fuerza tal que no hay demonio ni otra criatura alguna que se la pueda quitar si él mismo se opone a ello. Es en el bautismo que ha recibido esta fuerza, al mismo tiempo que la espada del amor a la virtud y del odio al pecado. Es por este amor y este odio, por amor a ustedes y por odio al pecado que ha muerto mi Hijo único, derramando por ustedes toda su sangre. Y es este amor a la virtud y este odio al pecado que encontrás en el santo bautismo que te devuelve la vida por la fuerza de su sangre… 

 

      «Arrancá las malas hierbas de los pecados mortales y plantá virtudes…, arrepentite, tené repugnancia del pecado y tomó el amor a la virtud; es entonces cuando recibís los frutos de la sangre de mi Hijo. No podrás recibirlos si no te disponés para llegar a ser buenos sarmientos unidos a la vid, pues mi Hijo ha dicho: «Yo soy la verdadera vid, mi Padre es el viñador, y ustedes los sarmientos» (Jn 15, 1.5). 

 

      Esto es verdad. Soy yo mismo que soy el viñador, puesto que toda cosa que posee el ser ha venido y viene de mi. Mi poder es insondable y es a través de mi poder y mi fuerza que gobierno todo el universo, de tal manera que no se hace ni se ordena nada que no sea por mí.

 

Sí, yo soy el viñador; soy yo quien ha plantado la verdadera vid, mi Hijo único, en la tierra de tu humanidad para que ustedes, los sarmientos, unidos a esta vid, den mucho fruto».

 

Oleada Joven