Conciencia tranquila y sana es el tesoro que quiero; nada pido y nada espero para el día de mañana. Ni voy de la gloria en pos, ni torpe ambición me afana; Y al nacer cada mañana, tan sólo le pido a Dios casa limpia en que albergar, pan tierno para comer, un libro para leer y un Cristo para rezar; que el que se esfuerza y agita
nada encuentra que le llene, y el que menos necesita tiene más que el que más tiene.
Quiero gozar sin pasión, esperar sin ansiedad, sufrir con resignación, morir con tranquilidad;
que, al llegar mi postrer día, quiero pensar y decir: “Viví como viviría si ahora volviera a vivir.
Viví como un peregrino, que, olvidando los dolores, pasó cogiendo las flores de los lados del camino;
cantando he dejado atrás la vida que recorrí; pedí poco y tuve más de lo poco que pedí;
Amén
José María Pemán