Evangelio según san Mateo 4, 25 – 5, 12

jueves, 8 de junio de
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Seguían a Jesús grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de Transjordania.

Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:

«Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

Felices los afligidos, porque serán consolados.

Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.

Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron».

 

 

 

 

Palabra del Señor

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

A partir de hoy, inicio de la 10ª Semana del tiempo durante el año y hasta final de la semana 21, los evangelios estarán sacados del evangelio de Mateo. A partir del inicio de la semana 22 y hasta fin del año litúrgico, estarán sacados del evangelio de Lucas.

En el Evangelio de Mateo, escrito para las comunidades de judíos convertidos de Galilea y Siria, Jesús es presentado como el nuevo Moisés, el nuevo legislador. En el AT la Ley de Moisés fue codificada en cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Imitando el modelo antiguo, Mateo presenta la Nueva Ley en cinco grandes Sermones o discursos dispersos en el evangelio: a) el Sermón del Monte (Mt 5,1 a 7,29); b) el Sermón de la Misión (Mt 10,1-42); c) El Sermón de las Parábolas (Mt 13,1-52); d) el Sermón de la Comunidad (Mt 18,1-35); e) El Sermón del Reino (Mt 24,1 a 25,46).

Respecto a las bienaventuranzas que escuchamos hoy, reflexionemos sobre la primera, “Bienaventurados los que tienen alma de pobres”.

Jesús reconoce la riqueza y el valor de los pobres (Mt 11,25-26). Define su propia misión como la de “anunciar la Buena Nueva a los pobres” (Lc 4,18). El mismo, vive pobre. No posee nada para sí, ni siquiera una piedra donde reclinar la cabeza (Mt 8,20). Y a quien quiere seguirlo tiene que elegir:¡o Dios, o el dinero! (Mt 6,24). En el evangelio de Lucas se dice: “¡Bienaventurados los pobres!” (Lc 6,20). Entonces, ¿quién es “pobre de espíritu”? Es el pobre que tiene el mismo espíritu que animó a Jesús. No es el rico. Ni es el pobre como mentalidad de rico. Es el pobre que, como Jesús, piensa en los pobres y reconoce su valor. Es el pobre que dice: “Pienso que el mundo será mejor cuando el menor que padece piensa en el menor”.

 

 

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

• Todos queremos ser felices. Pero ¿somos realmente felices? Por qué sí? ¿Por qué no? ¿Cómo entender que una persona puede ser pobre y feliz al mismo tiempo?

• ¿Cuáles son los momentos en tu vida en que te has sentido realmente feliz? ¿Era una felicidad como la que fue proclamada por Jesús en las bienaventuranzas, o era de otro tipo?

 

 

 

Radio Maria Argentina