“¿No adviertes la viga que está en tu ojo?”

lunes, 26 de junio de
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En su libro “Imitación de Cristo”, Tomás de Kempis deja pequeñas enseñanzas sobre un amplio abanico de temas cotidianos, desde una mirada creyente apuntando a configurarse cada vez más con Jesús.

 

Por lo general, solemos ver con más facilidades los defectos en los demás y los propios se nos vuelven ocultos. ¿Cómo purificar la mirada y evitar los juicios?

 

 

Cuando un hombre se humilla por sus defectos, entonces fácilmente aplaca a los otros y sin dificultad satisface a los que lo odian.

 

Dios defiende y libra al humilde; al humilde ama y consuela; al hombre humilde se inclina; al humilde concede gracia, y después de su abatimiento lo levanta a gran honra.

 

Al humilde descubre sus secretos y lo atrae dulcemente a sí y lo convida.

 

El humilde, recibida la afrenta, está en paz, porque está en Dios y no en el mundo. (…)

 

Ponte primero a ti en paz, y después podrás apaciguar a los otros.

 

El hombre pacífico aprovecha más que el muy letrado.

 

El hombre apasionado aun el bien convierte en mal, y de ligero cree lo malo.

 

El hombre bueno y pacífico todas las cosas echa a buena parte.

 

El que está en buena paz de ninguno sospecha.

 

El descontento y alterado, con diversas sospechas se atormenta; ni él sosiega ni deja descansar a los otros. Dice muchas veces lo que no debiera, y deja de hacer lo que más le convendría.

 

Piensa lo que otros deben hacer, y deja él sus obligaciones.

 

Ten, pues, primero celo contigo, y después podrás tener buen celo con el prójimo.

 

 

Tomás de Kempis en “Imitación de Cristo”, tratado espiritual del siglo XV

 

Milagros Rodón