La Perseverancia

martes, 27 de junio de
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“La Paciencia engendra la Perseverancia.

 

En la esfera general de la vida no hay saltos: ni en la biología ni en la psicología ni en la vida espiritual. El grano de trigo se sembró esta tarde; y no se nos ocurre ir, a la madrugada siguiente, para observar si el trigo nació. Necesita noches y días para morir. Después de varias semanas asoma timidamente como una pequeñísima miniatura de planta. Luego, durante meses, aquella planta va escalando los espacios hasta transformarse en un hermoso tallo.

 

Paciencia significa saber (y aceptar) que no hay saltos sino pasos. Y ella, la paciencia, arrastra perseverancia.” (texto del P. Ignacio Larrañaga)

 

Muchas veces en nuestro caminar de Oración nos pasa que nos invade el desaliento, el vacío, el “¿para qué estoy haciendo esto?” y cuando nos damos cuenta decidimos buscar nuevamente el Rostro del Señor. E intentamos los primeros pasos… ¿y qué nos pasa? Caemos en cuenta de que nos es imposible caminar, que se nos “olvidó” andar con Dios, nuestros pies no obedecen a los deseos, sentimos las alas heridas para este vuelo, Dios no está.

 

Hablamos con el Señor y tenemos esa impresión de que no hay nada del otro lado, de que a nuestras palabras se las traga el vacío. Nos invade el desaliento y aparece la impaciencia, con la famosa y desconsolada frase: “No consigo nada”.

 

Es en estos momentos es donde puede iluminarnos la frase de San Agustín: “El que buscó ya encontró. El que trabajó ya consiguió”. Siempre arrastra consigo  la misma comparación, diciendo: Tantas horas de pesca y las redes vacías. Para los ojos de la cara, y para los ojos del sentimiento, ciertamente las redes estan vacías. Pero, para los ojos de la Fe, que ven lo esencial, las redes estaban llenas de peces. Es que lo esencial siempre está invisible. O mejor dicho, lo invisible sólo es visible a los ojos de la FE.

 

A veces, nos pasa que, por no haber rezado durante un tiempo, no tenemos ganas de rezar. Y por no tener ganas de rezar, no rezamos. Y entramos en un círculo vicioso. ¿Cómo salimos de ahí? Rezando con perseverancia y sin ganas para que afloren las ganas de rezar y el sentido de Dios.

 

El P. Ignacio Larrañaga nos invita diciendonos: ” Persevere el cristiano en el trato personal con Dios aunque tenga la impresión de estar perdiendo el tiempo. Apoyado en la oracion y la lectura meditada, establezca esa corriente de comunicación con el Señor. Persevere aunque sienta la impresión que no hay nadie del otro lado de la comunicación. Persevere.

La Perseverancia es el alto precio que hay que pagar por todas las conquistas de este mundo.

 

El cristiano necesita de la perseverancia obstinada de un trigal en una región fría: Llega el invierno y caen sobre el pobre trigal, recién nacido, toneladas de nieve. El trigal se agarra obstinadamente a la vida, sobrevive y persevera. Llegan temperaturas bajísimas, capaces de quemar toda vida. El trigal aguanta y sobrevive. Hasta que, llegado el verano, ya dorado, es la esperanza de la humanidad.

 

Todo lo más grande de este mundo se ha conseguido con una ardiente perseverancia.”

 

Mariela Cruz