La tristeza no vendrá a un corazón que ama la voluntad de Dios. Mi corazón, lleno de nostalgia por Dios, experimenta toda la miseria del destierro.
Avanzo con arrojo, a mi patria aunque se hieran los pies y en este camino me alimento de la voluntad de Dios, ella es mi alimento.
Sostenganme felices habitantes de la patria celestial, para que su hermana no pare en el camino.
Aunque hay un terrible desierto, camino con la frente alta y miro hacia el sol, es decir, al misericordioso Corazón de Jesús.
Diario de la Divina Misericordia en mi Alma – Santa María Faustina Kowalska