Evangelio segun San Juan 14, 1-12

sábado, 21 de mayo de
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En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «No pierdan la paz, crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones, si no, se lo habría dicho, porque voy a prepararles un lugar. Cuando vaya y les prepare sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que donde estoy yo estén también ustedes. Y ya saben el camino a donde yo voy».
Tomás le dijo: «Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?» Jesús le  respondió: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre. Ahora ya lo conocen y lo han visto».Le dijo Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». 
Jesús le replicó:  «Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Entonces por qué dices: “Muéstranos al Padre?” ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que yo les digo no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras que hago yo, y las hará aún mayores, porque yo me voy al Padre». 

 

Palabra de Dios
 

 
P. Ariel Weimann  Asesor de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Corrientes
 
Estamos reflexionando las lecturas y el Evangelio del quinto domingo de Pascua, en el quinto domingo de Pascua, el Señor nos recuerda que Él es el camino y el camino de Jesús, no es un camino de una búsqueda de uno mismo, sino es un camino de entrega, es un camino de brindarse. Muchas veces pensamos la vida como la felicidad, la propia felicidad, buscamos estar bien, buscamos ser felices, buscamos un camino de felicidad, de estar bien, y el camino que nos propone Jesús es de brindarse, es de entrega; no es de búsqueda de uno mismo, del propio bienestar, sino que es un camino de búsqueda, de entrega.  Nosotros tenemos que seguir ese camino, ese camino que vivió el mismo Jesús, Él se entrego por todos nosotros, entregó desde todos sus proyectos hasta la última gota de sangre.  Él se entregó por todos nosotros, entonces, justamente, Él es el camino que nos conduce al Padre. Y no solamente nos muestra el camino, sino que nos alienta. Nos dice: “No se inquieten”, nos da esperanza. Porque justamente, ese camino de entrega, no trae beneficios en seguida, los beneficios van a venir mucho mas adelante. Estamos en esta vida para sembrar, para brindarnos. No podemos esperar los frutos en seguida.
 
 
Yo en mi parroquia tengo un arbolito, muy cerquita de mi casa parroquial, muy pegadito y entonces cuando yo quiero ver los frutos de mi parroquia, miro ese arbolito y me ayuda a decirme a mí mismo: “Bueno, este arbolito está creciendo. Pero es imposible esperar los frutos ahora. Todavía no le llego su hora. Le va a llegar.” Entonces, de la misma manera nos van a llegar los frutos, pero ahora estamos en tiempo de crecimiento, estamos en tiempo de siembra. Por eso el Señor nos alienta a sembrar, nos alienta a brindarnos. Que ya vamos a recibir la recompensa, que ya vamos a cosechar todo lo que hemos sembrado.
 
 
Somos muy ansiosos muchas veces, hacemos algo y ya queremos, en seguida, las respuestas y el beneficio. El Señor nos invita justamente, a brindarnos y como el brindarse, no tiene una recompensa inmediata, un resultado inmediato, Jesús nos alienta, nos da esperanza, nos dice que no nos inquietemos, que la casa de su Padre tiene muchas habitaciones y tiene un lugar reservado para nosotros.
 
Ojalá que nosotros también de alguna manera, vivamos nuestra vida siguiendo ese camino, no en la búsqueda del propio placer, del propio bienestar, de la propia felicidad, sino ese camino de entrega que recorrió Jesús, con la confianza y con la seguridad de que si nosotros recorremos ese camino, vamos a obtener los frutos. Nosotros estamos aquí ahora, para dar, para brindarnos. No para recibir.
 
 
Termino con un cuentito:
 
Dicen que había una vez una asociación de boxeadores de Alemania, que decidieron hacer un viaje turístico; se fueron por Italia, visitaron Roma y como eran coterráneos del papa Benedicto XVI, quisieron tener una visita. Y se les concedió, por gracia de Dios, una visita. Entonces se presentaron con toda la vestimenta, los guantes colgados en el cuello, toda la vestimenta propia de los boxeadores. Entonces uno de los boxeadores toma la palabra y dice: “Su excelencia reverendísima, nosotros, la asociación de boxeadores de Alemania, somos los más cristianos de todos los cristianos”
 
¡A la pucha! Le llamaba un poco la atención a Benedicto VXI, que los boxeadores sean los más cristianos de todos los cristianos. Entonces asiente, Benedicto XVI, con la cabeza. Y otro de los boxeadores dice: “Sí, su excelencia reverendísima, nosotros tenemos por lema una frase que dijo Jesús y que no está escrita en los Santos Evangelios”. ¡A la pucha! Y bueno, esto generaba cierta incertidumbre, pero bueno Benedicto XVI asentía, lo que decía esta asociación de boxeadores de Alemania. 
 
 Y otro boxeador toma la palabra y dice: “Sí su excelencia reverendísima, nosotros ese lema que dijo Jesús, lo cumplimos a rajatabla, en todo momento.” Entonces Benedicto XVI dice: “bueno y ¿cuál es ese lema que dijo Jesús y que no está escrito en los santos evangelios y que ustedes cumplen a rajatabla?” Y dicen los boxeadores todos juntos: “Que para nosotros es más importante dar que recibir”
 
Claro, para los boxeadores evidentemente, es mucho más importante, dar que recibir, porque si no quedan en la lona. Nuestra vida de cristiano, también tiene que ser una prioridad y tiene que ser lo más importante dar, no recibir. No dar golpes como los boxeadores, pero si dar alegría, dar esperanza, dar fortaleza, dar todo lo que nosotros tenemos a nuestro alcance a los demás.
 
Tiene que ser lo más importante dar, que después en su momento, Jesús ya nos prometió que vamos a recibir. Ojalá que esta palabra nos ayude y nos movilice a darnos sin esperar un resultado inmediato. Confiando en las palabras de Jesús, que si nos sabemos brindar, ya va a tener un lugar para nosotros.

 

Oleada Joven