¡Saciar la sed que Cristo tiene de mí!

miércoles, 19 de julio de

Juan misionero argentino, nos comparte su experiencia de apostolado:

 

Uno de nuestros apostolados en Puntos Corazón, es visitar una de las casas de las Misioneras de la Caridad, donde viven niños huérfanos con diferentes discapacidades, cada uno con sus historias, la mayoría han sido abandonados. Son cuidados las 24 horas del día por estas Hermanas de la Caridad que desbordan amor. También hay niños que han crecido y ahora ayudan en la casa.

 

La primera vez que fui fue muy duro para mí. Entras, subes las escaleras, encuentras una mujer que se arrastra por el pasillo con una patineta porque no puede caminar, y a la vez va empujando un andador con un niño de dos años al cual le falta una mano, y es ciego. Sigues caminando por el pasillo y salen los niños con síndrome down a tu encuentro con enormes sonrisas. Te asomas en una puerta y hay una habitación donde hay más de veinte niños postrados sin poder controlar ninguno de sus músculos. Mientras tanto escuchas la dulce voz de una niña que se acerca, la miras, es hermosa, tiene los ojos grandes y celestes, pero con enormes cataratas en ellos así que te palpa el rostro para conocerte y te habla, tú no la entiendes y ella tampoco a ti, pero ambos con una gran sonrisa jugamos a entendernos.

 

Es una sensación muy fea el no saber qué hacer, no saber cómo jugar, no saber cómo darles de comer. Y tienes miedo cuando te piden que muevas de un lugar a otro a un niño postrado, miedo de no tener la sensibilidad del trato. Es muy feo acercarte a una niña de dos años que logra mantenerse sentada en su silla gracias al sostén de varios almohadones, mirarla, sonreírle, acariciarle y que se largue a llorar, pues es su única comunicación, y tú estás ahí sin saber qué hacer.

 

Confieso que la primera vez quería irme, deseaba que el tiempo pase más rápido, no quería ver nada más. Pero luego tomé un consejo de Madre Teresa: cuando un trabajo te repugne o te de miedo huye de ahí…..pero luego regresa, y no te demores”. Hoy día disfruto de poder ir a visitarlos, porque mi amor por ellos crece y aprendo a amarlos en su condición. Cuanto amor me falta… pero tengo esperanza y quiero saciar la sed que Cristo tiene de mí.

 

Juan C.

 

Puntos Corazón