Mi querido amigo sacerdote que bueno que te arriesgaste a una experiencia que te haya tocado el corazón. Que bueno que te involucraste, que te dejaste interpelar por esas dudas que van quedando en el alma. Que bueno que te abriste a un Dios que seguramente te sorprendió con mucho más de lo esperado. Que bueno que te animaste a vivir algo que te saque de tus comodidades, de tus seguridades.
Gracias por no tener miedo en el camino emprendido, por apostar. Gracias por entregar la vida en intensidad hoy, sin importar lo que depare el camino mañana. Gracias por vivir con sencillez y alegría los grandes momentos de la vida.
Bajo la luz de tu experiencia, quizás también podamos nosotros dejarnos interpelar. ¿Cuándo Dios me tocó a mí el corazón? ¿Cuál es la vivencia de Dios que nos mueve a cada uno? ¿Cuál es nuestra vocación? ¿A qué estamos llamados? ¿Qué caminos estamos siguiendo para encontrarle? ¿Cuánto dejamos que tome las riendas de nuestra vida? ¿Qué estamos dispuestos a arriesgar, dejar, entregar?
Sin dudas, vos buscaste y hallaste el “sentir y gustar” de “amar y servir”. Gracias por recordarnos que “la vida puede ser fascinante si uno corre el riesgo de Amar”.
Fer Gigliotti.-