Dice una canción:
“Padre Alfonso bien lo sabes: el mundo ha cambiado tanto.
Sin embargo el hombre viejo, camina arrastrando el paso.
Predicar a un Cristo vivo,
Anunciar a un Dios cercano,
fue tu espíritu y tu vida,
hoy sos más que necesario”
Padre Alfonso: Como tu pequeña hija hoy me animo a escribirte, para darte gracias por invitarme a ser parte de esta gran familia misionera.
Gracias por haber sido dócil al Espíritu, y haberte animado a dar tu SI al Señor y fundar esta congregación.
Es hermoso ver que a pesar del paso de los años, hoy vivimos según tus deseos y esa inspiración primera: tenemos pastores cercanos, alegres, amigos ¡como vos soñaste!, hoy vivimos el carisma que vos nos regalaste y transmitiste.
Esta gran familia misionera, alegre y Mariana sigue llegando con la Palabra de Dios a los más pobres entre los pobres, a las comunidades más alejadas…
Gracias dulce Alfonso por seguir presente, por cuidarnos, por guiarnos.
¡Cuida siempre de tus hijos misioneros!