Ardiente enamorado de la vidaque dejaste que el buen Dios te encontrara,y pusiste en tus entrañas los anhelosque eran solo los sueños que el soñaba.
“Que nadie quedase sin cobijode ese amor en que el mismo se derrama”,“que alejados recibieran su mensajey sintieran en profundo que Él los ama”.
Apóstol de alma ardiente, enamoradohermano de caminos y senderos,abogado ante Dios de tantos pobres,artista pastor y misionero
¿Cómo es que se escucha en lo secretoel llamado a hacer nuevos caminos?Salinos al encuentro y enseñanosa vibrar con su pulso y su latido.
Son tantos que encuentran en la huellaque tú y tus amigos nos dejaron,su lugar, su vocación que se sellacon lo nuevo y con todo lo heredado.
No sabemos si estaba en tus desvelosensanchar tu intuición de tal manera,que mujeres, hombres, jóvenes y ancianos,agrandaran tu familia misionera.
Pero Alfonso ya lo ve así es la cosa,todo esto ha surgido con los años,nos pusimos en camino y hoy nos toca,seguir acompañando su rebaño.
Cuando al fin salió el Padre a tu encuentro,cuando todo lo soltaste al mediodía,te quedaste entre sus brazos en silencio,sin saber cuanta más vida brotaría.
Anda Alfonso y sigue tu camino,zambullido en él, con tu alma abierta,seguí con corazón de peregrinoy esperanos al umbral de nuestra puerta.Amén.
Grita fuerte ¡Soy Redentorista!, que toda la tierra sepa que elegiste caminar entre los más pobres.
Autoría: Carmen Naya (Bº Obligado)