Somos ese tesoro escondido y esa perla preciosa

miércoles, 2 de agosto de
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Con la parábola del tesoro escondido y de la perla preciosa que relata el evangelio, Jesús se refiere a nosotros mismos. Vos sos el tesoro escondido por el cuál vale la pena venderlo todo para ir a comprar ese campo… vos sos la perla preciosa. Jesús te compró (y me compró) con el precio de su sangre. Somos, cada uno de nosotros, lo más valioso para Dios. Valemos la sangre de Jesús. 

Por el contrario, en la Iglesia se ha difundido más esta imagen errada, de “falsa humildad” o de personas tristonas amargadas por valer poca cosa.

Santa Teresa de Ávila dice que “humildad es estar en verdad” osea, vivir como somos, no creyéndonos más ni tampoco menos. En la persona de Jesús, en el trato constante con Él vamos descubriendo nuestra verdadera dignidad. 

El Papa Pablo VI en Evangelii nuntiandi decía que los hombres de hoy necesitan más testigos que maestros. Hombres y mujeres que, como a Moisés que le resplandecía el rostro tras el encuentro con Dios, se nos note en la cara y en nuestros gestos ese vínculo de amor con Dios. Y eso se consigue estando mucho de cara a Dios en  la oración. 

Javier Soteras