Derramamos nuestra vida a tus pies

lunes, 7 de agosto de
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Hay momentos en los que el unico recurso que nos queda para lavar y sanar nuestras heridas es llorar.

 

Hay momentos en los que solo queremos rendirnos a los pies de Jesus y dejar que el actue y nuestro orgullo y esas ganas de ser autosuficientes se hacen a un lado y dejamos de pelear y le damos paso al abrazo y al amor misericordioso de nuestro papá.

 

En el Evangelio de Lucas 7, 36 : 

 

“Un fariseo invito a Jesus a comer. Entro, pues, Jesus en casa del fariseo y se sento a la mesa. En esto, una mujer, pecadora publica, al saber que Jesus estaba comiendo en casa del fariseo, se presento con un frasco de alabastro lleno de perfume, se coloco a los pies de Jesus, y llorando comenzo a humedecer con sus lagrimas los pies de Jesus y a enjuagarselos con los cabellos de la cabeza, mientras se los cubria de besos y se los ungia con el perfume.”

 

Señor, como esta mujer, queremos entregarte nuestro dolor, nuestra impotencia, nuestras heridas, heridas por el que dirán, por nuestros pecados, por los pecados de otros que nos dañan y nos lastiman tanto, queremos entregarte cada lagrima de nuestro dolor, de nuestra alma porque queremos ser sanados por tu amor, porque al igual que esta mujer, creemos que vos podes hacerlo, que vos podes saciar esa sed de amor que tanto necesitamos, que podes llenar esos vacios que tanto queremos llenar, vos no miras nuestros pecados, vos miras nuestra fe y nos salvas gracias a ella.

 

Hoy queremos adorarte y bendecirte por todo lo hermoso y bueno que tiene mi vida, por todas las personas que me abrazan, que me miman y que me aman. Hoy te alabo Señor porque respiro y porque puedo de alguna manera expresar lo que siento ¡porque estoy vivo! y vos me das cada dia de mi vida una nueva oportunidad para alejarme de mis pecados y acercarme mas a vos, me das una oportunidad para contarte mis heridas y dolores y pedirte ayuda solo a vos.  

 

Cuantas veces nosotros le damos tanto valor, como lo tenia ese alabastro que contenia perfume, a nuestras heridas. Si, nos duelen, nos lastiman, nos dan impotencia pero aun asi no nos permitimos ni animamos a romper ese frasco para derrarmarlo a los pies de Jesus y asi, con todo lo que contiene, con toda nuestra vida entregada a Dios, desprendernos de todo ese dolor para aferrarnos a esa vida en abundancia que Jesus nos promete.

 

Jesus, hoy quiero dejarme sanar por vos, hoy quiero dejar de escaparle al dolor, y si tengo llorar, lo voy hacer, aunque así se derribe mi orgullo y sienta que me expongo y que soy debil, de todas maneras, a pesar de todo eso, deposito mi fe en vos y derramo mi vida, que es un perfume de amor y de predileccion para vos. Amen.

 

 

                                                                                           Que Dios te bendiga hoy y siempre.

                                                                                                    Juan Cruz Marghetich.

 

Juan Cruz Marghetich