Santo Domingo y el rosario

martes, 8 de agosto de
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En el año 1214 Santo Domingo de Guzmán, el fundador de la Orden de los Predicadores (o Dominicos), estaba angustiado porque estaba fracasando en su intento de convertir a los herejes cátaros albigenses. Santo Domingo se lo atribuyó a la profundidad y gravedad de la pecaminosidad de los herejes y al mal ejemplo de los católicos de su tiempo. Así que se fue solo al bosque y lloró y oró continuamente por tres días para aplacar la ira del Dios Todopoderoso. Azotó su cuerpo y torturó su carne. Por el ayuno, el dolor y el agotamiento, él pasó a un estado de coma. En esa circunstancia Domingo experimentó una aparición de María Santísima, mientras estaba en estado de coma, que unió a Santo Domingo con el Rosario.

La Inmaculada apareció con tres ángeles y le preguntó a Santo Domingo:

“Querido Domingo, ¿sabes qué arma quiere usar la Santísima Trinidad para reformar el mundo?”
  

La respuesta de Domingo fue que la Santísima Virgen María sabría mejor que él porque Ella es parte de nuestra salvación.

María respondió:

“Quiero que sepas que, en este tipo de guerra, el arma siempre ha sido el Salterio Angélico, que es la piedra fundamental del Nuevo Testamento. Por lo tanto, si quieres llegar a estas almas endurecidas y ganarlos a Dios, predica mi salterio”.
A ese propósito, la Virgen Santísima le entregó un Rosario que Ella misma fabricó en el Cielo. Después de esta aparición Domingo predicó el Santo Rosario a los herejes albigenses inconversos.
Modificando el existente Rosario de Pater Noster (150 Padrenuestros) de acuerdo con las instrucciones de la aparición, se consolidó el diseño del Rosario de Santo Domingo. Lo dividió en un rosario de quince misterios y los agrupó en tres grupos de cinco décadas cada uno. Las agrupaciones fueron designadas como Misterios Gozosos, Misterios Dolorosos y Misterios Gloriosos.

La “salutación angélica” es la oración del “Ave María” y el Salterio son los 150 salmos. Por lo tanto, ella quería 150 Ave Marías –lo que es el Santo Rosario hoy– agrupadas en 15 décadas de Ave Marías distribuídas en 3 partes de 5 misterios correspondientes para contemplar cada día (aunque se aconseja también rezar el Rosario completo).