“Si gasto las horas en batalla infinita en vanas visiones o en fugaces sueños, despiértenme, los que me llaman amigo.
Amigos son si zarandean mi inconsciencia y plantan cara a mi egoísmo. Si afean el ciego encierro de quien se enclaustra tras altos muros para evitar, viviendo menos, ser herido.
Amigos son si gritás hasta el hartazgo, el tuyo o el mío, que no han de ser mis días una ficción. Sean exigentes, aunque les pague con mueca distante.
Algún día bajaré la guardia. Teneme paciencia hasta entonces, pues, con toda mi terquedad ote necesito y te quiero”.
José María R. Olaizola, sj